El hombre que no vio a nadie. Fábula china sobre la codicia

Esta fábula corta, El hombre que no vio a nadie, es una fábula china sobre la codicia y las obsesiones que nos advierte de cómo la codicia puede llegar a cambiar nuestra realidad y la percepción que tenemos sobre todo lo que nos rodea. Una fábula muy corta con un mensaje muy directo sobre el que también centramos nuestras reflexiones.

TIEMPO DE LECTURA: 1 MINUTO

Una gran fábula china sobre la codicia: El hombre que no vio a nadie

El hombre que no vio a nadie, una fábula sobre la codicia
Fábula sobre la avaricia ‘El hombre que no vio a nadie’

Se reunían ese día en el mercado un buen número de comerciantes. Entre ellos, un hombre que vendía oro. De pronto, un joven se acercó y, a plena luz del día y ante todas las miradas, robó una onza de oro y salió corriendo.

No tardaron mucho en apresarlo, y entonces el comerciante le preguntó:

– Pero… ¿por qué has robado el oro a la vista de todo el mundo?

El joven, apesadumbrado, respondió:

– Cuando tomé el oro no vi a nadie. No vi más que el oro.

Moraleja: «La avaricia transforma todo lo que tenemos a muestro alrededor».

(‘El hombre que no vio a nadie’- Lie Zi)

Valores que puedes trabajar con esta fábula corta

Con esta fábula, ‘El hombre que no vio a nadie’, escrita por Lie Zi, podrás trabajar :

  • El valor de la honestidad
  • Por contraposición, la codicia y la avaricia.
  • Las obsesiones y la pérdida de la realidad.

Reflexiones sobre la fábula El hombre que no vio a nadie

Cuando nos obsesionamos con algo no conseguimos ver la realidad y terminamos aislándonos del mundo. Es lo que sucede también con la codicia o avaricia:

  • Si te obsesionas con algo, pierdes el norte: Las obsesiones y las adicciones hacen que el mundo se transforme. La realidad se deforma hasta tal punto que piensas que solo existe eso por lo que vives obsesionado. Toda tu atención y deseo se centra en ese objeto (o persona) y eres capaz de aislarte del mundo hasta pensar que no existe nada más. Las obsesiones pueden estar relacionadas también con un pensamiento o creencia. Es una postura muy peligrosa, ya que al aislarte de la realidad, también eres vulnerable ante los demás.
  • La codicia ciega: Y ciega hasta tal punto que eres capaz de no ver nada de lo que existe alrededor. El protagonista de esta historia estaba tan centrado en el oro que no vio nada más y pensaba que estaba solo, cuando en realidad estaba rodeado de personas.

«Las obsesiones y las adicciones hacen que la realidad se deforme según nuestros deseos e intereses.»

— (Reflexiones sobre ‘El hombre que no vio a nadie’)

Más reflexiones sobre esta fábula china del hombre que no vio a nadie

  • Los valores esenciales nos ayudan a controlar ciertos impulsos: Valores como la honestidad, la humildad o la tolerancia nos ayudan a frenar ciertas emociones negativas o impulsos, generados por la avaricia, la codicia, la envidia… De ahí que sean tan importantes.
  • La codicia es un deseo que nos enajena: Igual que cualquier otra obsesión que genere en nosotros un deseo que nos incite a tener algo en el momento, así es la codicia. Queremos lo que vemos y lo queremos al instante, sin importar los medios para conseguirlo ni las consecuencias. Es un sentimiento muy negativo al que debemos frenar.

Otras fábulas y relatos sobre la codicia muy interesantes

¿Qué te pareció la fábula del hombre que no vio a nadie? Si te gustan las fábulas y los cuentos y quieres profundizar más en el tema de la codicia o las obsesiones, estos otros relatos te encantarán:

  • El Principito y el bebedor: Los vicios también son obsesiones que nos atrapan y deforman la realidad que nos rodea. Algo así le pasó también al protagonista de esta historia del Principito. Se trata de un cuento corto sobre el que podrás sacar fantásticas reflexiones.
  • La gallina de los huevos de oro: La avaricia hace que uno no sea capaz de poner freno a un sentimiento de codicia. Al final termina cegándonos hasta tal punto de cometer auténticas locuras. Y si no, lee esta fábula y comprueba qué hicieron los protagonistas de esta historia.
  • Sobre las recompensas a la bondad, El viejo que hacía florecer los árboles: Los celos también pueden ser en cierta manera un grado de codicia. Deseas lo que tiene el otro y esto te genera malestar y te lleva a cometer actos realmente terribles. No te pierdas la historia de este fantástico cuento japonés.
El viejo que hacía florecer los árboles, un cuento japonés con valores
El viejo que hacía florecer los árboles
  • El lagarto de oro: Esta historia es similar a la de la ‘Gallina de los huevos de oro’, pero en esta ocasión se trata de una leyenda de Nicaragua con valores muy interesantes.

Y recuerda que también puedes escuchar un gran número de fábulas narradas para todas las edades en el canal de podcast de Tucuentofavorito.com aquí:

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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